26.11.11

Mirra de Damasco

Ya me he quitado la túnica;
¿cómo ponérmela de nuevo?
Ya me he lavado los pies;
¿cómo ensuciarlos?

Levantéme para abrir a mi amado,
y mis manos gotearon mirra;
de mirra exquisita
se impregnaron mis dedos
en la manecilla de la cerradura.

Abrí a mi amado,
pero mi amado, volviéndose,
había desaparecido.

Mi alma desfalleció al oír su voz.
Lo busqué y no lo hallé;
lo llamé, mas no me respondió.

Encontráronme los guardias
que hacen la ronda en la ciudad;
me golpearon, me hirieron;
y los que custodian las murallas
me quitaron el manto.


Mi amado bajó a su jardín,
a las eras de bálsamo,
para pastorear en los jardines,


He bajado al nogueral,
para mirar las flores del valle,
para ver si ha brotado la vid,
si florecen los granados.


Ya despiden su fragancia
las mandrágoras;
junto a nuestras puertas
hay toda clase de frutas exquisitas;


Oh tú que habitas en los jardines,
los amigos desean oír tu voz.
¡Házmela oír!


Fragmentos de El Cantar de los Cantares de Salomón.