Estando en Egipto en una aldea ribereña del Nilo, me enamoré apasionadamente de una joven. Pasé varios días sin tomar alimento ni bebida, de modo que la llama de amor adquirió en mí una intensidad extraordinaria. Mi aliento exhalaba llamas de fuego. Y cada vez que exhalaba ese fuego, desde lo alto del cielo se exhalaba igualmente un fuego que venía al encuentro de mi propio aliento. Los dos resplandores se unían entre el cielo y yo. Durante largo tiempo no supe quién estaba allí donde los dos resplandores se unían. Finalmente comprendí que era mi testigo en el cielo, Daena: "Cada vez que sube de ti una llama, una llama desciende del cielo hacia ti".
"Me ausenté, y se me apareció un cielo que se parecía al libro del Qoran. Llevaba inscritas unas figuras de cuatro lados trazadas con puntos. Los puntos formaban algunos versículos de la sura Ta-Ha: "He proyectado en Tí amor hacia Mí; he querido que estuvieses ante mis ojos cuando tu hermana pasó por allí".
Habiendo comprendido estos versículos me puse a recitarlos. Y me fue inspirado que su significado se relacionaba con la mujer que había conocido y que llevaba el nombre de Banafsha, aunque su nombre en lo suprasensible era Istaftin. Y es que ciertos seres llevan nombres esotéricos en el mundo suprasensible. Y el hecho de que una mujer terrenal lleve un nombre esotérico, es decir, que tenga un nombre en el cielo, indica en qué consiste el amor para los fieles: el amor humano y divino no se oponen uno a otro como si se tratase de un dilema ante el cual el fiel de amor deba elegir. Es el texto de un solo y único libro, si bien es preciso aprender a leerlo, y cantarlo".
Najm Kobra (*