De hombro en hombro de los arbustos, es por la escama de piel que te pesco bretel (al toque de la hebra intocada), si bien cubierta o desnuda es idéntica transparencia la que enmascara a la tres del brezo en la olla. Es desde tu bretel que estiro el elástico de un antifaz, ahora cápsula, pleroma de luces que orbitan de sien a sien. Su gel emoliente me ablanda las partes. Subo el elástico, subo al caballo a los hombros de la yegua mudéjar (los arbustos...). El diorama se enciende desde los rayos del antifaz y relincha el yermo. Silban las llamadoras del corsage. Entre las cenefas de la capa y los setos andan las que hacen eses, ves, eles, las que asperjan la senda alfabética del Zorro balcán.
Prefacio a El Zorro balcán, informe fatimiano.
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