28.4.11

El Jardín del Misterio

El ídolo, la joven cristiana, es la Luz manifestada,
que se manifiesta en el rostro de los ídolos.
(...)
Entra, ebria de noche, en el janaqab
y convierte los hechizos de los sufíes en una fábula.
Y si entra al alba en una mezquita,
no deja a ningún hombre sobrio.
(...)
Sus labios han hecho prosperar la taberna.
Las mezquitas se llenan de luz por su rostro.
(...)
Al alba entró por mi puerta esa luna
y me dijo: "Ahora, con este vino sin color ni olor,
lava toda imagen en la tabla de la existencia".
Tras apurar por completo esa copa pura,
caí ebrio en el polvo.
Ahora, ni estoy en mí, ni no estoy;
no estoy conciente, ni lánguido, ni ebrio.
A ratos, como sus ojos, estoy alegre,
a ratos, como su Cabellera, me siento alborotado,
a ratos, por mi indignidad, me hundo en la ceniza,
a ratos, por Su rostro, estoy en el jardín.

El Jardín del Misterio, Mahmud Shabestari.

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